Arriendo Casa en Villa Doña Ignacia Talca, A 739-C-420-RR-07.23
Arriendo Casa en Villa Doña Ignacia Talca, A 739-C-420-RR-07.23 Es una propiedad de 400 metros cuadrados y 150 m2 construidos, ubicada en la Villa Doña Ignacia de Talca..
La propiedad está en excelentes condiciones, posee un estacionamiento techado y el patio en su mayoría es área verde. El acceso a la propiedad es expedito y no existe congestión vehicular, el sector cuenta con locomoción colectiva y está cerca de centros comerciales.
La distribución del inmueble es:
1.- Cinco habitaciones
2.- Un baño
3.- Cocina amoblada
4.- Living comedor
5.- Estacionamiento para dos o tres vehículos
6.- Jardín con reja
7.- Patio amplio.
Características señaladas salvo error u omisión
Llamar: 941800002– 984672819 -998647567

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Soñé que me encontraba en un desierto y que hastiado de mí mismo
Comenzaba a golpear a una mujer.
Hacía un frío de los demonios; era necesario hacer algo,
Hacer fuego, hacer un poco de ejercicio;
Pero a mí me dolía la cabeza, me sentía fatigado
Sólo quería dormir, quería morir.
Mi traje estaba empapado de sangre
Y entre mis dedos se veían algunos cabellos
-Los cabellos de mi pobre madre-
«Por qué maltratas a tu madre» me preguntaba entonces una piedra
Una piedra cubierta de polvo «por qué la maltratas».
Yo no sabía de dónde venían esas voces que me hacían temblar
Me miraba las uñas y me las mordía,
Trataba de pensar infructuosamente en algo
Pero sólo veía en torno a mí un desierto
Y veía la imagen de ese ídolo,
Mi dios que me miraba hacer estas cosas.
Aparecieron entonces unos pájaros
Y al mismo tiempo en la obscuridad descubrí unas rocas.
En un supremo esfuerzo logré distinguir las tablas de la ley:
«Nosotras somos las tablas de la ley» decían ellas
«Por qué maltratas a tu madre»
«Ves esos pájaros que se han venido a posar sobre nosotras»
«Ahí están ellos para registrar tus crímenes»
Pero yo bostezaba, me aburría de estas admoniciones
«Espanten esos pájaros» dije en voz alta
«No» respondió una piedra
«Ellos representan tus diferentes pecados»
«Ellos están ahí para mirarte»
Entonces yo me volví de nuevo a mi dama
Y le empecé a dar más firme que antes
Para mantenerse despierto había que hacer algo
Estaba en la obligación de actuar
So pena de caer dormido entre aquellas rocas
Aquellos pájaros.
Saqué entonces una caja de fósforos de uno de mis bolsillos
Y decidí quemar el busto del dios
Tenía un frío espantoso, necesitaba calentarme
Pero este fuego sólo duró algunos segundos.
Desesperado busqué de nuevo las tablas
Pero ellas habían desaparecido:
Las rocas tampoco estaban allí
Mi madre me había abandonado.
Me toqué la frente; pero no:
Ya no podía más.
NICANOR PARRA
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